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8.12.11

Regalos emotivos: Opciones para cerrar el año sustentablemente.

Llega diciembre y con él un bombardeo de publicidad comercial y presión social para que no dejemos pasar el año sin “expresar” nuestros buenos deseos a nuestra gente cercana por medio de regalos nuevos de todo tipo. Esto no siempre ha sido así, sin embargo, con el desarrollo de las economías mercantiles, toda sociedad se ha visto influída por una inercia consumista que nos empuja a comprar y comprar, y más aún, existe cierta opinión generada si lo hacemos de tal o cual manera, o si no lo hacemos.

Lo cierto es que nuestro planeta comienza a resentir este estilo de vida, y hablando también de nuestro microcosmos, también nuestros bolsillos.

Hace unas semanas, en el auge del Black Friday y del Thanksgiving, compartimos un link en el cual se habla de la propuesta del “White Friday” es decir, de la toma de conciencia sobre este ritmo de vida, el cual vuelvo a compartir en este espacio y extiendo la reflexión hacia la sustentabilidad y la temporada navideña.


La tradición de dar regalos en Navidad se remonta a varias siglos. Previo a la tradición judeocristiana, al finalizar los ciclos anuales de la siembra, en las culturas ancestrales se estilaba “estrenar” ciertos bienes para cerrar un ciclo e iniciar otro. Pero entrecomillo “estrenar” porque casi siempre se trataba de artesanías o productos desarrollados domésticamente, como cobijas, mobiliario, o compartir un plato especial con los mismos animales de la granja preparados durante el año especialmente para estos ritos.

Ya en la tradición cristiana, en muchos países se decía que era “el niño Dios” quien traía regalos a los niños, como una acción didáctica a recibir los bienes de dios en su nacimiento. Pero estos regalos, nuevamente, se remitían a parte de la cosecha, frutas, dulces, alguna prenda realizada por la madre, algún pequeño juguete realizado por el padre. El resto de las fiestas se trataba de reunir a las familias y hacer un recuento sobre el año que terminaba.

En la actualidad, nuestra sociedad enfoca mucho más su esfuerzo en comprar regalos para todos los miembros de la familia. Los comercios incluso van preparando este terreno con meses de anticipación, y ponen a consideración de las personas, ofertas que van desde rebajas en productos fuera de temporada, hasta riesgosos planes para pagar a plazos cosas que no se necesitan con el dinero que no se tiene. El resultado, familias que comienzan el año endeudadas. Regalos que no siempre son del gusto de quien lo recibe. Pero especialmente, fiestas en las que se ansía más recibir el regalo que el compartir la mesa con los seres queridos. Y ambientalmente hablando, mucha producción extra con recursos que al final se van a la basura (como envoltorios, embalaje o regalos no deseados) y que en muchos de los casos, ni siquiera son necesarios.

Aquí proponemos rediseñar la experiencia navideña de manera sustentable, para lo cual proponemos la abstención de regalos (cuando es posible) o la creatividad emotiva para obsequiar cosas que no cuesten y no generen mayor producción.

En principio lo importante es replantear nuestro valor como personas: Dejemos de creer que las personas opinarán diferente si no damos un regalo navideño, a final de cuentas las relaciones prosperan por las consideraciones y buena vibra dada durante el año, y no por un regalo dado o no dado un día del año. Expliquemos a los demás nuestro interés en ser menos consumistas y más afectivos. Especialmente, seamos congruentes y solicitemos incluso no recibir regalos, más que buenos deseos.

Si se trata de nuestras personas cercanas, apliquemos lo que llamo “regalos emotivos”. Cosas hechas por cada quien o que tienen un valor especial para uno, y obsequiarlas de corazón a quienes más nos importan. Aquí doy varios ejemplos:

1. Cartas o tarjetas hechas por uno mismo: En la era del internet, se ha vuelto más que emotivo recibir una carta en la que alguien más dedicó tiempo, su buena letra y hasta algo de arte. Para hacerlas podrías poner un poco de tu ingenio y usar materiales de recicle, pinturas vegetales, sellos, recortes o lo que tú quieras. Serás original y además muy individualizado.

2. * Proyectos de reciclaje: En este blog hemos compartido algunas ideas para reutilizar textiles, por ejemplo. Pero hay muchas más ideas para hacer pequeñas cosas que son útiles, a partir de materiales de reciclado. Joyería, marcos para foto, cuadernos de notas, muebles con un nuevo aire, no discrimines lo que hay en tu clóset y que puedes transformar en algo más.

3. * Regalos emotivos: Obsequia algo que sea tuyo y que sea especial para tí. Aún recuerdo a un tío que por razones de espacio tuvo que limitar su colección de tazas. Eligió de sus tazas aquellas que pensó que debían tener buenos dueños que las apreciaran y las obsequió a personas especiales. Quienes recibimos una sabíamos que era un regalo especial por lo que significaban para él. Haz lo mismo con tus propiedades, y siente el placer de desprenderte de algo que aprecias. Energéticamente además tiene un gran valor hacerlo. A mí me da orgullo ver hoy a mi sobrina con mis gafas favoritas de la infancia, no podrían estar en mejores manos.

4. * Vales por ocasiones especiales: Lo que pocos regalan y es más valioso que cualquier recurso, es nuestro tiempo. Así que puedes hacer vales por salidas al cine, vales por una plática larga con café, vales por una cena en algún lugar o por un viaje especial. Ya si quieres gastar dinero, hazlo en aquello que deja más al ser humano y no se quita ni ante la muerte: Experiencias gozosas.

5. * Si en verdad tienes que comprar un regalo nuevo para alguien, que no te dé pena preguntar las opciones: Al menos que sepas que si gastas en algo nuevo, sabrás que a la persona le agradará y lo usará. Sé creativo en las envolturas (por ejemplo usa una bolsa de tela que después pueda usarse para el supermercado), o de preferencia no uses ninguna. Recuerda que al final son recursos desperdiciados que le cuestan al medio ambiente.

A todos nuestros lectores en Ecodiseño Existencial, les deseamos que tengan felices fiestas de fin de año, y que especialmente sigamos promoviendo una cultura ambiental y afectiva... aunque nademos contracorriente un poco, en el futuro nuestros hijos y nuestro planeta nos lo agradecerán.

27.9.11

Dinero a la basura

"La materia no se crea ni se destruye, sólo se tranforma"
- Lavoisier, ley de la conservación de la materia.

¿Qué piensas cuando te digo "dinero a la basura"? - pregunta abierta hecha en redes sociales.
- "Cuando compraste algo que nunca usaste" Lau Ganem, twitter
- "Desperdicio" Rossy Meade, facebook

Ideas y concepciones pueden haber muchas, pero básicamente podemos reducir lo aquí recopilado en Facebook y twitter como "Recursos desperdiciados", "pagos hechos en vano", "poca calidad por el valor del precio".

Hace algunos posts publicamos un video de cómo se separa y tira la basura aquí en Suecia. En muchos países, incluidos México, existe un programa de educación ambiental (la gente sabe separar basura) pero no existen las infraestructuras necesarias para ello (las ciudades no cuentan con contenedores adecuados, plantas de quema, plantas de tratamiento de composta, rellenos sanitarios, etc. teniendo a veces solamente enormes tiraderos). Puedes ver ese post aquí

Un tema interesantísimo quedó en el aire en ese video: ¿Qué pasa con el PET y el aluminio? ¿Por qué no se tiró en los contenedores? ¿Existe algún contenedor especial para ellos? ¿Por qué en el video no se ve qué pasó con esa bolsa apartada incluso en un mueble diferente?

La razón es porque el PET y el alumnio en este país como en algunos otros países europeos, se retornan directamente a un módulo que da un valor de cambio por cada pieza que se devuelve.

La empresa que gestiona este proceso es Returpack. Mira su página en inglés aquí.

Esto nos debe de llevar a una interesante reflexión sobre el valor que se le ha dado en las diferentes culturas a la basura. Mientras en México y otros países latinoamericanos solamente un sector de la población, los pepenadores, se dedicarían a esta actividad, e intercambiando el material recuperado a precios ínfimos por kilo, en estos países (Europa y específicamente Escandinavia) toda la población puede guardar sus latas de aluminio y botellas de PET en casa y recibir directamente, a un precio competitivo, valor a cambio de lo recuperado. Entonces aquí, alguien realmente se piensa tirar una lata de aluminio o PET a un bote de basura público, hay quienes prefieren guardarlo hasta llegar a casa y juntar un montón suficiente para intercambiar. Y quienes se dedican a buscar en los botes públicos y recuperar materiales, pueden sin ningún problema, intercambiarlos por un precio competitivo que les dé mucho más "que pa'l chesco". Te molestaría que si alguien te pide prestado cinco pesos te diera a cambio una botella de PET vacía? Aquí no.

Esto incluso, nos hace pensar que la educación ambiental que se daba hace años ("Tire la basura en su lugar") ha evolucionado en algunos países ("Separa desechos orgánicos de inorgánicos"), algunos un poco más que otros ("Separa por materiales, Reduce, Reúsa, Recicla")... Pero a lo que tendríamos que apostar más adelante es a comenzar a ver la basura como, de hecho, un recurso que tiene un valor comercial real, pues entonces se le daría un tratamiento mucho muy diferente y pensaríamos un poco más antes de botar definitiva o indiscriminadamente, las cosas que ya no usamos ("Recicla aquí tus materiales y obtén dinero a cambio").

Algunos datos sobre el tratamiento de materiales:
- El acero, el aluminio y el vidrio pueden reciclarse una y otra vez ilimitadamente sin perder propiedades y calidad.
- Si todas las tapas de refresco fueran recicladas, se produciría metal suficiente para producir 2,200 autos de pasajeros nuevos al año.


¿Cómo podemos, como sociedad civil, comenzar a empujar estas propuestas en nuestras ciudades?

Existen muchas ideas a desarrollar, aquí puedes compartirnos las tuyas.

Mientras yo pensaría una pequeña lista:
- Tratar de encontrar el mayor uso posible para los materiales que desechamos, como los proyectos de reciclaje que hemos compartido en este blog.
- Organizarse con varios vecinos para juntar y vender los materiales que se recuperan (periódicos, aluminio, cartón, PET) y por ejemplo, cuando lleven a venderlos, usar lo que obtengan para la mejora del edificio o la calle que comparten.
- Si es por medio de instituciones, por ejemplo empresas o escuelas, hacer convenios con las empresas que usan esos materiales, para que les compren el material recuperado a un precio más conveniente, o intercambiarlo por servicios. Aquí hay que ponerse creativos. Por ejemplo, hacer un maratón escolar de juntar latas de aluminio... cambiarlo con industria refresquera por ejemplo con una donación de libros y material para los alumnos. En las empresas, por ejemplo donde hay un gran consumo de papel, podrían darse bonos a los empleados que usen menos papel nuevo y reciclen más papel usado.
- Los que somos diseñadores de profesión, podríamos comenzar a idear nuevas maneras de utilizar estos materiales en proyectos fundamentados, innovadores y con gran impacto en la sociedad, pero sobre todo sistematizados, que hagan algo continuamente con los materiales que se desechan también continuamente. Checa por ejemplo lo que hacen estos diseñadores suecos con residuos de papel y metal.
- Solicitar a las autoridades que apoyen con infraestructuras o sistemas que permitan la separación de los materiales de desecho y el intercambio comercial de materiales recuperados.
Mientras más nos informamos, más podemos generar ideas. Lo importante es saber que somos responsables de aquello que se produce, cuando lo compramos; y de la basura y los desechos de nuestras ciudades, cuando dejamos de usar. Empecemos a tomar una visión consciente de los recursos que tenemos y dejemos de, literalmente, tirarlos a la basura.
Para cerrar este artículo, les dejo un link a un pequeño cuento de Italo Calvino "Las ciudades continuas 1" (Leonia), extraído de su libro "Las Ciudades Invisibles" un relato que suena a sueño... esperemos que uno que no se haga realidad.